Mucho se puede hablar sobre la forma en la que a veces pedimos u ofertamos algo según sea la situación… y como casi siempre sucede, nos quedamos con problemas de comunicación que en primera instancia pudiesen parecer muy obvios, pero que la cantidad de veces que nos sucede indica precisamente que es una situación tan compleja como sencilla a la vez.
En teoría, bastaría con pedir algo para que se realice o se conceda, ¿verdad? Pero ¿realizado por quién? ¿concedido por quién?, muchas veces no sabemos pedir y cuando ofertamos, tampoco lo sabemos hacer claramente, generando una confusión sistemática entre el trasmisor del mensaje y quien recibe dicho mensaje, haciendo que la información se pierda o no sea entendida de la manera que debiera ser entendida, haciendo que en el peor de los casos tengamos que cambiar nuestro tono, nuestra disposición y generando así problemas de comunicación, disgustos, desencuentros en nuestro medio que en primer lugar, hubieran sucedido si se hubiera aprendido a pedir u ofertar de la manera correcta.
Si todo esto hasta ahora es confuso, aclaremos ciertos términos que nos encaminarán al mismo contexto:
Existen varios actos lingüísticos dentro de la comunicación, entre ellos, las promesas que nos permiten coordinar acciones con otros, es decir, cuando alguien hace una promesa, se compromete con otro a ejecutar cierta acción en el futuro.
En ese acto, podemos observar varios componentes:
- -alguien a quien se le hace la oferta
- -alguien que ofrece algo
- -ese algo que se ofrece
- -el momento o el tiempo en lo que lo ofrecido se entregará.
- -una declaración de aceptación.
Para las ofertas, vemos el mismo caso… sólo que cambia el sujeto que ejecuta el pedido. De pedir si es el caso, pasa a ofertar y de ofertar a pedir.
El problema radica en que muchas veces damos demasiadas cosas por sentado, por ejemplo, que estamos pidiendo claramente algo, que nuestro pedido u oferta está siendo escuchado por quien yo quiero que lo escuche, que ese alguien tiene claro qué se le está pidiendo u ofertando y que lo que estamos ofertando, realmente sí satisface a la persona que está recepcionando dicha oferta.
En esta animación de Reibe Studios, un estudio de Animación 3D conformado por estudiantes de informática de la academia de bellas artes de Catania, nos dan un claro ejemplo donde se dará un giro inesperado generando otra dinámica, una vez aclarados los componentes que acabamos de mencionar entre ambas partes.
Algo que destacar también que nos muestra la propia animación, no es sólo la necesidad de aprender a generar pedidos de una manera correcta, sino el no saber rehusar pedidos. También nos falta aprender a decir “NO”, “no puedo hacerlo”, “no deseo hacerlo”, “no sé hacerlo”, etc. Debemos aprender a dejar el rol de salvadores a un lado, para también ver nuestras propias necesidades, aprendernos a amar y a autoreconocernos. En esa medida, también comenzaremos a recibir más, más cariño, más amor, más comprensión y seguramente nos encontraremos con sorpresas positivas, como los 2 personajes de la historia.
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